03 enero 2012

Camille Claudel

¿Dónde dejamos las palabras que una vez levantamos con barro y madera?
¿Quién puede quebrarlas ahora que el otoño revienta en los campos, y se oxidan los ríos y los árboles con otro fuego más profundo? 
Hay algo de ese fuego en los muros del manicomio.
Hay mucha tristeza en esa fuente que mana
El agua del olvido,
No la fuente que vi en tus ojos cuando me besaste
Y yo me ahogaba.
No creo que otro monólogo pueda decirlo,
No esa misma soledad embriagando
El delirio de estos colores. 
Dejo el cielo junto a los jardines de Francia,
En aquellos ojos tristes que me ven
Cuando quiebro el horror que te hizo bello.
¡Oh Rodin! La muchacha en llamas se está despidiendo.
¿Cómo sabías que había gente dentro de esa gran piedra blanca?,
Me preguntó un niño que me vio llorar
Con su lindo gato en los brazos.
No sé lo que ocurrirá después,
No conozco otro infierno donde pueda esculpir tu rostro
Sin que tu ambigua mente de piedra me haga daño


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